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Educación en valores

Por José Antonio Marina

No me gustan muchas cosas de la ley Wert, pero ya está en el BOE y creo que nuestra obligación es sacar de ella el mejor partido que podamos.  La experiencia me dice que el profesorado puede bloquear en la práctica cualquier ley o puede aprovecharla.  Por el bien de nuestros alumnos, debemos seguir esta segunda posibilidad.

Fuera de las aulas podremos seguir discutiendo la ley, pero dentro de las aulas tenemos que educar de la mejor manera posible. Os pondré como ejemplo la nueva asignatura de “educación en valores”. Me parece un desastre que se considere alternativa a la religión, porque es una asignatura  que deberían cursar todos los alumnos. Y seguiré diciéndolo. Pero en el aula debemos aprovechar al máximo sus posibilidades. Ser capaces de demostrar que es tan importante, tan útil, tan necesaria, que ha de convertirse en asignatura fundamental y universal.

 ¿Cómo podríamos hacerlo? En primer lugar, reflexionando sobre su contenido, porque podemos encontrarnos con alguna sorpresa. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de “valores”? Hay valores de bolsa, valores estéticos, valores políticos, valores éticos. Damos por supuesto que nos referimos solo a los éticos, pero ¿qué son? Son una abstracción sacada de situaciones o actuaciones que nos parecen buenas y necesarias.  Por ejemplo, la salud. Por ejemplo, la justicia, la libertad, la verdad, la igualdad, la felicidad.

A principios del siglo pasado tuvo mucho éxito la “filosofía de los valores”. Sostenía que lo valores eran esencias ideales que llevaban dentro la idea de deber, y que se percibían por una intuición. Los entes matemáticos se formaban en la intuición matemática, y los entes éticos en la intuición axiológica. En estricto sentido,  la educación en valores sería una ciencia teórica del deber. Pero no es eso lo que pretendemos.

Ya dijo Aristóteles que “lo importante no es saber lo qué es bueno, sino ser bueno”. Lo que nos interesa es una “educación para la realización de los valores”, para que pasen de ser unas ideas pensadas, a una realidad vital. Esto no es educación en valores. Es educación en virtudes, es decir en hábitos de comportamiento excelente.

La virtud es un hábito operativo dirigido a realizar un valor. Ya sé que la palabra “virtud” se ha desprestigiado en España, y me parece una lástima porque la realidad que designaba es esencial para la enseñanza. Cuando decimos que nuestros alumnos deben aprender competencias, estamos refiriéndonos a hábitos de excelencia: pensar bien,  dirigir bien las emociones, actuar adecuadamente, resolver problemas, expresarse con elocuencia . Todos esos hábitos son virtudes, que no es un término con connotaciones religiosas. Está en todas las culturas.

En la nuestra lo inventaron los griegos. Otras naciones han sido más inteligentes que nosotros y defienden la importancia de las virtudes, de las strenghts, de las fortalezas. En Estados Unidos no hablan de “valores cívicos”. Creen que la democracia se funda en las “virtudes del ciudadano” e intentan fomentarlas. Los psicólogos estadounidenses han realizado el más completo estudio sobre las virtudes que conozco, porque consideran que permiten el flourishing, el florecimiento humano, su plenitud.

Creo que la nueva asignatura podría animarnos a una reivindicación de los hábitos de excelencia, de las fortalezas humanas o, dicho en plata, de las virtudes.

 

Comentarios

Jesús Sánchez16:14, 23/12/2013

Estimado Sr. Marina, como puede usted ven en la mayor parte de los comentarios, la educación en valores no es sólo una asignatura de futuro, si no de pasado. Me duele ver cómo muchos de los docentes que le siguen no han entendido lo que usted ha tratado de explicar. No sólo la ley Wert o la LOGSE lastran nuestra educación. Es un esfuerzo de todos, pero gracias a personas como usted, creo que es posible que algún día tengamos un sistema educativo excelente. Si, tiene usted razón, pese a la Ley Wert puede haber una educación de calidad, pero para ello hay que dejar de lamentarse y ponerse a trabajar.

jose antonio marina15:16, 13/12/2013

Javier, me gustaría que aclararas tu postura. ¿Seguro que no puedes educar en valores por tener que acatar una ley educativa? Entonces tampoco podrás “seguir haciendo las cosas como los profesionales de la educación ya estamos haciendo”, porque si lo estamos haciendo bien, estamos educando en valores. Si queremos que la educación sea el motor del cambio, no podemos esperar que tenga que cambiar la ley para que la escuela cambie. Entonces seguiremos siendo “reproductores” de la situación imperante.

Mariola10:08, 13/12/2013

Pienso que los valores no solo se transmiten por medio de asignaturas, sino sobre que todo los adultos los enseñamos a través de nuestras acciones. una educación en valores debería ser transversal a todas las materias, porque si no da la sensación de que hay que “ser bueno” a primera hora los martes que toca educación en valores. Luego ya en mates, o en lengua no gace falta. Todos los profesores deberían ener una actitud ética . si un niño sale a la pizarra a hacer un problema y sus compañeros se ríen de él o le insultan, el profesor puede pensar que debería parar la clase e imedir ese comportamiento, o puede pensar que él tiene que enseñar matemáticas y punto, que si se detiene en esas minucias no le da tiempo a dar todo el programa…
Por otr parte, está el problema de evaluar esta materia. Siempre hay alguien que ante este tema se ríe o bromea: “sí claro, un 6,7 en solidaridad”. Pero no es lo mismo evaluar que calificar. Puede que no puedas poner un 6 o un 7, pero puedes decir si los alumnos han mejorado su comportamiento, si hay mejor clima en la clase, si son más críticos, si se ayudan entre sí… La escuela transmite el mensaje de que lo que es importante se evalúa. Si este tipo de asignaturas se consideran las “marías”, se transmite que no son verdaderamente importantes, que no cuentan. ¿Cómo se puede solucionar eso?

Javier00:23, 12/12/2013

Me parece complicado educar en valores, cuando uno debe comenzar por saltarse los propios al tener que acatar, una ley sin consenso; una ley que se sabe efímera; una ley que nace muerta. La ley de la soberbia y la prepotencia; la ley de la improvisación y de la ideología. En estas condiciones, lo mejor para las aulas no es comenzar a sacarle chispas, sino hacerla arder y que suelte chispas. Mientras tanto podemos seguir haciendo las cosas como los profesionales de la Educación ya estamos haciendo, sin necesidad de injerencias de extraños a la causa. Un abrazo.

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