noviembre 2014

La orientación

Por Jose Antonio Marina

La semana pasada participé en el Congreso de APOEX (Asociación Profesional de Orientadores de Extremadura). Lo hice porque creo que en este momento tan acelerado y complejo la orientación educativa debe jugar un papel fundamental. En 1786, Immanuel Kant publicó un opúsculo titulado ¿Cómo orientarse en el pensamiento?  Necesitamos saber orientarnos en el mundo real. Debemos ayudar a nuestros adolescentes a que puedan responder a las siguientes preguntas: ¿Quién soy y deseo ser? ¿Qué quiero hacer? ¿Qué sé hacer? ¿Qué he de saber hacer?

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Día Mundial de la Filosofía

Por Jose Antonio Marina

 Hoy es el Día Mundial de la Filosofía. Desde hace muchos años se oyen quejas acerca de la menor presencia de la Filosofía en los planes de estudio. Cuando la LOE impuso el modelo de las ocho competencias básicas  intenté comenzar una campaña para reivindicar una NOVENA COMPETENCIA, que me parecía y me sigue pareciendo imprescindible para un ciudadano europeo del siglo XXI. Si revisan las ocho competencias seleccionadas por la UE y por la legislación española –lingüística, científica, numérica, tecnológica, cultural, aprender a aprender, aprender a emprender y educación para la ciudadanía- comprobarán que ninguna de ellas fomenta la capacidad crítica sobre la propia actividad científica, sobre la realidad social o sobre el comportamiento humano. Podrían servir para educar a un esclavo.

Pero el mundo actual es complejo y conflictivo. Nuestros alumnos van a recibir mensajes contradictorios, y necesitan tener ideas claras sobre la realidad, su inteligencia, y su situación en el mundo. Tienen que saber pensar, seleccionar la información y ejercer sobre ella una mirada crítica, si quieren ser libres. El asunto es serio, porque nuestros adolescentes necesitan estructuras mentales, afectivas y éticas que les permitan orientarse en el pensamiento y en la realidad.

Con frecuencia, los filósofos no justificamos bien la importancia de aprender filosofía. Repetimos con demasiada ligereza que “no es útil para nada”, y que plantea muy bien las preguntas pero no sabe dar las respuestas. Creo que deberíamos hacer una defensa más ambiciosa y eficaz de nuestra disciplina: la filosofía es imprescindible para el buen ejercicio de la ciudadanía, y por lo tanto debe considerarse un “servicio público”.

Hace años, Jacques Derrida defendió que había un “derecho a la filosofía”, que había que incluir dentro del repertorio de derechos humanos.  Jean Charles Pettier ha escrito un libro defendiendo este derecho  (“Filosofar: enseñar y aprender”). Y  Lévine, organizador de los grupos de filosofía en la escuela llamados AGSAS, ha publicado hace poco un libro con el despampanante título: “¿Es el niño filósofo la esperanza del futuro?”

Parecen afirmaciones exageradas, propias de un corporativismo ensoberbecido. Por ello, antes de admitirlas, conviene someterlas a crítica. Comenzaré por el principio, definiendo lo que entiendo por filosofía, tema por el que hay que pasar con un poco de sensatez, porque ha sido tan discutido que corremos el peligro de empantanarnos en él. 

En cierto sentido, la filosofía se identifica con el dinamismo de la inteligencia humana, que quiere conocer, explorar, hacerse preguntas, comprender lo que pasa, juzgar adecuadamente. Prolonga ese afán infantil por hacer preguntas en cascada. Pero a estas alturas, podemos precisar más su contenido.La filosofía es la reflexión crítica que hace la inteligencia humana sobre sí  misma, sobre sus límites, sobre sus creaciones, sobre el ser humano y su relación con la realidad.

Por eso estudia todo lo que la inteligencia ha hecho, sus grandes expectativas y pretensiones: ciencia, arte, religión, sistemas políticos, formas de vida, e incluso la misma filosofía, que se convierte así en objeto para sí misma. Son creaciones que producen grandes conceptos –verdad, justicia, bien, belleza, Dios- y exigen difíciles evaluaciones. A la filosofía le compete definirlos bien, aclarar su génesis, intentar resolver los problemas que plantean, justificar los criterios de selección.

En los libros para Educación en Valores sociales, cívicos y éticos que estoy redactando incluimos a todas las edades unas lecciones de “filosofía para niños” y de “filosofía para adolescentes”. Es una manera de paliar tan clamorosa ausencia.

 

El talento de los adolescentes

Por Jose Antonio Marina

Estos últimos meses he estado dedicado al estudio de la adolescencia. El Centro Reina Sofía sobre la adolescencia y la juventud me encargó un informe sobre el “Nuevo Paradigma de la Adolescencia”. En efecto, el modo de entender esta etapa de la vida está cambiando. Muchos especialistas señalan que la “crisis de la adolescencia”, que la convierte en un edad problemática, tumultuosa, rebelde sin causa, y negativa, es un modelo social inventado, que los adolescentes reciben y al que se pliegan.

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La inteligencia ética. ¿Cómo se escribe un libro de Ética? (3)

Por Jose Antonio Marina

Desde hace años trabajo en una teoría de la inteligencia que comienza en la neurología y termina en la ética. Al principio tenía que explicar el enlace, porque todo el mundo veía claro que la culminación de la inteligencia era la ciencia, pero se negaba a admitir que fuera la ética. Las cosas van cambiando. Algunos de los neurólogos más reputados (Damasio, Gazzaniga, Fuster) han escrito sobre el cerebro ético, y desde la psicología y la pedagogía hay un creciente interés por el tema. Howard Garner ha reformulado su pensamiento sobre las inteligencias múltiples, mediante la teoría de las“cinco mentes del futuro”, una de las cuales es la ética.

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