Swartz

Swartz y Costa: el aprendizaje basado en el pensamiento

Por Jose Antonio Marina

Continúo la comparación de la Teoría Ejecutiva de la Inteligencia (TEI) con otros modelos que van a estar presentes en ICOT 2015. Robert Swartz, Arthur Costa, Barry Beyer, Rebecca Reagan y BenaKallick son los autores de El aprendizaje basado en el pensamiento. En este libro exponen una didáctica del pensamiento en el aula. Es, pues, un libro práctico.

Swartz, junto a Perkins y Parks, ha defendido siempre la conveniencia de enseñar a pensar a través del currículo y no en cursos independientes. Libros como Teaching Thinking: Issues and Approaches(con Perkins) e Infusing the Teaching of Critical and Creative Thinking into Content Curriculum (con SusanParks) defendieron con contundencia, hace ya muchos años, esa línea que me parece acertada. Un simple curso especializado, por muy brillante que sea, no permite la adquisición de hábitos de pensamiento.

 El aprendizaje basado en el pensamiento enfatiza la necesidad de pensar eficazmente. “El pensamiento eficaz –escriben los autores- se refiere a la aplicación competente y estratégica de destrezas de pensamiento y hábitos de la mente productivos que nos permiten llevar a cabo actos meditados de pensamientos, como tomar decisiones, argumentar y otras acciones analíticas, creativas o críticas. Los individuos que son capaces de pensar con eficiencia pueden emplear, y de hecho emplean, esas destrezas y hábitos por iniciativa propia, y son capaces de monitorizar su uso cuando les hace falta”.

Este es el esquema básico de los autores: enseñar destrezas, ayudar a que se conviertan en hábitos de la mente, y fomentar la reflexión metacognitiva sobre ellos.

¿Qué tipos de pensamiento deberíamos enseñar a nuestros alumnos? Hay tres tareas principales de pensamiento complejo:
1.- Conceptualización. Objetivo: comprensión profunda.
2.- Resolución de problemas. Objetivo: encontrar la mejor solución para un problema determinado.
3.- Toma de decisiones. Objetivo: elegir la mejor acción.

Estos tipos de pensamiento emplean destrezas para procesar y ampliar información, lo que permite generar y ampliar ideas, analizar y clasificar la información, y destrezas para evaluar de forma critica la información, juzgando la exactitud, la objetividad, y la relevancia y peso de los argumentos.

Los autores dan mucha importancia a los “hábitos de la mente”. En efecto, para la realización  eficaz de cualquier actividad –sea pensar o sea jugar al tenis- es necesario alcanzar mediante entrenamiento los hábitos, es decir, los automatismos necesarios. Los que seleccionan son los siguientes:
 1.- Persistir en una tarea que requiere pensar
 2.- Manejo de la impulsividad a la hora de pensar y actuar
 3.- Reflexionar de manera flexible
 4.- Buscar la precisión y la exactitud
 5.- Pensar de manera independiente
 6.- Escuchar con comprensión y empatía
 7.- Comunicar con claridad y precisión
 8.- Responder con curiosidad e interés
 9.- Crear, imaginar e innovar
 10.- Correr riesgos responsables a la hora de pensar
 11.- Encontrar el humor
 12.- Preguntar y plantear problemas
 13.- Aplicar conocimientos adquiridos en el pasado a situaciones nuevas
 14.- Recoger datos utilizando todos los sentidos
 15.- Mantener una postura abierta al aprendizaje continuo
 16.- Para pensar eficazmente hay que “dirigir el propio pensamiento”, es decir utilizar la metacognición.

Y para fomentar estas destrezas y hábitos es necesario dar instrucciones explícitas y  directas sobre cada tipo específico de pensamiento. La metodología en el aula, mediante rutinas minuciosamente pautadas,  resulta eficaz.

 Sin embargo, desde el punto de vista teórico, creo que el modelo TEI es más potente. En primer lugar, porque identifica y organiza mejor los tipos de hábitos. La relación anterior–que es en realidad una identificación de objetivos- es claramente heterogénea.

Persistir en la tarea, controlar la impulsividad y pensar con flexibilidad son hábitos  ejecutivos. Buscar la precisión, recoger datos y hacer preguntas, son hábitos cognitivos y metodológicos. Crear, imaginar e innovar  es una mera propuesta de objetivos.  Fomentar la curiosidad, la empatía, y mantener una actitud abierta al aprendizaje continuo son hábitos emocionales. Y pensar independientemente y buscar el humor son objetivos realmente difíciles de clasificar.

Pero la diferencia más importante es que la TEI es un modelo de comportamiento, mientras que el método de Costa y Swartz, como casi todos los métodos de “aprender a pensar”, aíslan el pensamiento de la conducta. Olvidan la etapa definitiva: el paso a la acción. Se confunde la “toma de decisiones”, que es un acto cognitivo de elección entre alternativas, con la realización de esa decisión. Todos los que han tomado la decisión de adelgazar, hacer ejercicio, dejar de fumar, o aprender inglés, saben perfectamente la diferencia que hay entre ambos fenómenos.

La acción es la categoría más importante para estudiar la inteligencia, puesto que la función principal de esta es dirigirla bien. El pensamiento es una poderosa herramienta para conseguirlo –consiste en organizar la información coherentemente con vistas a un fin-, pero que está sometida a los condicionantes de la acción, por ejemplo, a los sistemas de motivación y a los ejecutivos.

El esquema principal de la TEI señala que  nuestra inteligencia se estructura en dos niveles. La inteligencia generadora se encarga continuamente de “pensar” a nivel no consciente. También los animales piensan. Cuando un águila percibe un conejo y se lanza en su persecución, tiene que estar procesando, computando, y calculando continuamente una cantidad de información impresionante, para acomodar su vuelo al movimiento de su presa. Sólo para calcular el ángulo de incidencia y la velocidad con que tiene que lanzarse necesitaríamos un potente ordenador. Desde el piso de arriba, la inteligencia ejecutiva  puede iniciar, dirigir, controlar, secuencias de pensamiento consciente, aprovechando mecanismos no conscientes. Ese es el gran prodigio.

Desconectar el mundo del pensamiento de los mecanismos de la acción ha provocado grandes frustraciones educativas. Muchos de vosotros conoceréis las teorías de Kohlberg sobre la educación moral. En realidad es una teoría sobre el pensamiento moral. Pero nada nos asegura que razonar eficazmente sobre valores  suponga actuar moralmente bien, porque en el paso a la acción intervienen otros procesos no cognitivos.

La importancia que se está dando en la actualidad a las non cognitive skills va en esa línea. Pero, un vez más, corremos el riesgo de sufrir los extremismos de un movimiento pendular. Creo que la TEI elude ese peligro.

 

 

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