Aristóteles

Día Mundial de la Filosofía

Por Jose Antonio Marina

 Hoy es el Día Mundial de la Filosofía. Desde hace muchos años se oyen quejas acerca de la menor presencia de la Filosofía en los planes de estudio. Cuando la LOE impuso el modelo de las ocho competencias básicas  intenté comenzar una campaña para reivindicar una NOVENA COMPETENCIA, que me parecía y me sigue pareciendo imprescindible para un ciudadano europeo del siglo XXI. Si revisan las ocho competencias seleccionadas por la UE y por la legislación española –lingüística, científica, numérica, tecnológica, cultural, aprender a aprender, aprender a emprender y educación para la ciudadanía- comprobarán que ninguna de ellas fomenta la capacidad crítica sobre la propia actividad científica, sobre la realidad social o sobre el comportamiento humano. Podrían servir para educar a un esclavo.

Pero el mundo actual es complejo y conflictivo. Nuestros alumnos van a recibir mensajes contradictorios, y necesitan tener ideas claras sobre la realidad, su inteligencia, y su situación en el mundo. Tienen que saber pensar, seleccionar la información y ejercer sobre ella una mirada crítica, si quieren ser libres. El asunto es serio, porque nuestros adolescentes necesitan estructuras mentales, afectivas y éticas que les permitan orientarse en el pensamiento y en la realidad.

Con frecuencia, los filósofos no justificamos bien la importancia de aprender filosofía. Repetimos con demasiada ligereza que “no es útil para nada”, y que plantea muy bien las preguntas pero no sabe dar las respuestas. Creo que deberíamos hacer una defensa más ambiciosa y eficaz de nuestra disciplina: la filosofía es imprescindible para el buen ejercicio de la ciudadanía, y por lo tanto debe considerarse un “servicio público”.

Hace años, Jacques Derrida defendió que había un “derecho a la filosofía”, que había que incluir dentro del repertorio de derechos humanos.  Jean Charles Pettier ha escrito un libro defendiendo este derecho  (“Filosofar: enseñar y aprender”). Y  Lévine, organizador de los grupos de filosofía en la escuela llamados AGSAS, ha publicado hace poco un libro con el despampanante título: “¿Es el niño filósofo la esperanza del futuro?”

Parecen afirmaciones exageradas, propias de un corporativismo ensoberbecido. Por ello, antes de admitirlas, conviene someterlas a crítica. Comenzaré por el principio, definiendo lo que entiendo por filosofía, tema por el que hay que pasar con un poco de sensatez, porque ha sido tan discutido que corremos el peligro de empantanarnos en él. 

En cierto sentido, la filosofía se identifica con el dinamismo de la inteligencia humana, que quiere conocer, explorar, hacerse preguntas, comprender lo que pasa, juzgar adecuadamente. Prolonga ese afán infantil por hacer preguntas en cascada. Pero a estas alturas, podemos precisar más su contenido.La filosofía es la reflexión crítica que hace la inteligencia humana sobre sí  misma, sobre sus límites, sobre sus creaciones, sobre el ser humano y su relación con la realidad.

Por eso estudia todo lo que la inteligencia ha hecho, sus grandes expectativas y pretensiones: ciencia, arte, religión, sistemas políticos, formas de vida, e incluso la misma filosofía, que se convierte así en objeto para sí misma. Son creaciones que producen grandes conceptos –verdad, justicia, bien, belleza, Dios- y exigen difíciles evaluaciones. A la filosofía le compete definirlos bien, aclarar su génesis, intentar resolver los problemas que plantean, justificar los criterios de selección.

En los libros para Educación en Valores sociales, cívicos y éticos que estoy redactando incluimos a todas las edades unas lecciones de “filosofía para niños” y de “filosofía para adolescentes”. Es una manera de paliar tan clamorosa ausencia.

 

Comentarios

Antonio Viudas Camarasa01:30, 22/11/2014

La filosofía es necesaria para mejorar la lexicografía académica, admirado profesor Marina.

Analizando la definición de democracia un alumno que ha cursado el bachillerato alemán me ha sorprendido con su conocimiento de este término desde la perspectiva filosófica de la POLÍTICA de Aristóteles.

Releído el texto de este autor no se puede definir la democracia, como gobierno del pueblo, sin contraponerlo a los términos de monarquía y oligarquía y se concluye que la democracia en manos de los demagogos se convierte en tiranía.

Sin la filosofía y el conocimiento de otras ciencias como la Historia y la Politología, las definiciones académicas flojean como hemos comprabado después de animado debate en la reciente vigésima tercera edición del DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA en conmemoración de los 300 años de la creación de esta Institución que tanto ha trabajado y ha hecho por la cultura española.

Los bachilleres y universitarios españoles, salvo honrosas excepciones, carecen de una formación filosófica idónea es algo obvio y reconocido por todos.

Hay esperanzas de que todo mejore y de que la auténtica democracia no degenere en tiranía y siga siendo IMPERIUM POPULI como la defenía Covarrubias en su Tesoro y el DICCIONARIO DE AUTORIDADES en su tomo II en la época ilustrada.

Un abrazo para todos los inquietos por el fortalecimiento de las HUMANIDADES.
Antonio Viudas Camarasa
Universidad de Extremadura

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