atención

La tercera función ejecutiva: dirigir la atención

Por José Antonio Marina

 Tras estudiar la “activación” y la “capacidad para inhibir el impulso”, corresponde hoy hablar de una función de excepcional importancia –la atención- que está estrechamente relacionada con las anteriores. Nuestras actividades podemos realizarlas de manera automática o de manera atenta. En este caso tenemos una conciencia clara de lo que hacemos, o del objeto de nuestra operación mental.

Podemos andar automáticamente o andar siendo conscientes de que estamos andando. Podemos mirar superficialmente alrededor, o fijarnos en una fotografía. En ese momento la fotografía se destaca sobre el fondo de las otras cosas que veo. Percibo mejor sus detalles. Analizo con más precisión el estímulo que llega a mi retina. Dedico una mayor parte de mi energía mental –que es limitada- a realizar esa operación en vez de otra.  Pero mi acompañante me habla y dejo de prestar atención a la fotografía, para escuchar lo que me dice.

Esta capacidad de dirigir nuestras operaciones mentales, de cambiar de una a otra, de realizarlas de una manera u otra,  es lo que llamamos atención.
 Como ocurre con otras capacidades mentales, esta la compartimos con los animales. Todos hemos visto la imagen de un animal que se pone en alerta al escuchar un sonido, y vuelve la cabeza hacia él para captarlo mejor, y evaluarlo. Es una ATENCIÓN INVOLUNTARIA, que está dirigía por el estímulo.

Lo mismo hacemos nosotros cuando oímos un ruido extraño o algo nos asusta. Prestar atención significa que mi cerebro realiza las operaciones necesarias para analizar y evaluar el estímulo, que es, en este caso, el protagonista. Pero los humanos hemos desarrollado, además, una ATENCIÓN VOLUNTARIA.

Podemos determinar la acción que queremos monitorizar, la operación mental que deseamos realizar, el objeto que nos interesa analizar. Este cambio de régimen arrebata el protagonismo al estímulo, nos libera de él, y nos permite dirigir nuestra vida mental y a través de ella nuestra acción.

En esto consiste la función ejecutiva que estamos analizando, y cuya importancia es fácil de apreciar. Cuando una persona no consigue ejercerla, queda a merced del estímulo,  y le resulta muy difícil controlar su comportamiento. Entonces hablamos de “déficit de atención”, que va unido muchas veces a impulsividad e hiperactividad.

El aprendizaje de la atención voluntaria se convierte así en parte esencial de la educación. Disponemos de métodos eficaces para conseguirlo. En la actualidad se habla mucho de “mindfulness”, que es el entrenamiento en la concentración. El último libro de Daniel Goleman –”Focus”- trata de la importancia de adquirir la “función ejecutiva” de que estamos hablando.

Interpreto esa publicación como un reconocimiento, por parte de Goleman, de que la “inteligencia emocional” era sólo una parte de un modelo más complejo de la inteligencia, donde las funciones ejecutivas integran todos los demás aspectos. Creo, pues, que estamos en el buen camino.

Comentarios

Vicente Bou Ayllón18:53, 05/06/2014

Holas!

Una “novedad” nos trae una profesora del instituto cognitivo de neurociencia de la University College of London: los niños se concentran voluntariamente más (o mejor) que los adultos.

He resumido el artículo publicado en la web de la BBC aquí… http://nuevosistemaeducativo.blogspot.com.es/2014/06/los-ninos-se-concentran-mejor-enfocan.html

Slds, Vicente

jose antonio marina15:44, 27/03/2014

En los programas que he elaborado para la Universidad de Padres (www.universidaddepadres.es) distinguimos entre “trastornos” y “problemas”. Los trastornos tienen una base biológica y con frecuencia necesitan un tratamiento médico. Los “problemas” tienen un origen educativo y reclaman una solución educativa. Eso se ve con claridad en el TDAH. Tambien estoy de acuerdo con lo que dices sobre los alumnos “torpes”. Es muy interesante el libro de Mel Levine “Mentes diferentes, aprendizajes diferentes”, que es una defensa de la posibilidad de que todos los niños puedan alcanzar un buen nivel de aprendizaje. Lo mismo que defiendes en tu interesante blog, por el que te felicito.

Vicente Bou Ayllón17:31, 24/03/2014

Para el científico Francisco Mora no hay tantos alumnos “torpes” del mismo modo que para el experto Sir Ken Robinson no hay tantos alumnos “con déficit de atención”.

Dice Ken Robinson sobre el alto número de diagnósticos –como una epidemia- de “déficit de atención”: “Menudo disparate. Robinson no dice que no pueda existir ese tipo de “desorden”, pero no es una epidemia. Cuando a los niños se les sienta durante horas, nadie debería sorprenderse que se inquieten. Los niños no padecen de ningún trastorno psicológico. Sufren de niñez. Deberíamos saberlo porque todos hemos sido niños. Los niños prosperan mejor con un plan de estudios que tenga en cuenta sus diferentes talentos.”

Dice Francisco Mora sobre el alto número de alumnos etiquetados como “torpes” que hay explicaciones para esas conductas particulares (que no naturaleza humana): el ritmo circadiano del alumno, su “tempo” de aprender y su apagón emocional. Se hace necesario ver a cada alumno como un individuo único, diferente al resto, e intervenir para reconvertir los torpes (falsos torpes) en listos.

Yo -Vicente- creo que esa misma “reconversión” es posible y necesaria hacerla con los muchos alumnos (y trabajadires) llamados “impulsivos”, “lentos”, “vagos”, etc. ¿Estamos confundiendo conductas humanas causadas por los incentivos perversos del binomio escuela-sociedad, las estamos confundiendo con la innata naturaleza curiosa, exploradora, activa, creativa, colaborativa y empática del hombre y la mujer?

Fuentes:

http://nuevosistemaeducativo.blogspot.com.es/2013/06/de-la-estandarizacion-mecanica-al-ser.html

http://nuevosistemaeducativo.blogspot.com.es/2013/06/reconvertir-alumnos-torpes-en-listos.html

Slds, Vicente Bou

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