717598

El nivel educativo

Por Jose Antonio Marina

Esta semana se ha hablado mucho de educación. Siempre que esto sucede en España es por dos motivos: (1) ha ocurrido alguna noticia negativa, (2) se está discutiendo otra ley de educación. Este hecho demuestra que no hay un interés mantenido por la educación, sino sólo sobresaltos o disputas políticas. Nos acordamos de Santa Bárbara solamente cuando truena. Parece que debatir pausada, rigurosa y objetivamente sobre educación nos aburre soberanamente. Todo el mundo parece saberlo todo, y tener soluciones para todo. En el terreno económico, nuestros autores del siglo de oro se burlaban de los “arbitristas”, que proponían soluciones poco rigurosas para cualquier asunto. Noto que hay muchos arbitristas educativos, que ven la solución muy fácil: hay que separar a los buenos de los malos, hay que separar a los chicos de las chicas, hay que utilizar el sistema para fortalecer la pertenencia nacional,  hay que utilizarlo para fortalecer la pertenencia a Europa, o para fomentar la ciudadanía universal, no hay que aprender de memoria, no importan los conceptos sino los procedimientos, lo que hace falta es mano dura, lo que hace falta es más libertad, ¡más enseñanza pública¡, ¡más enseñanza privada!, ¡más pruebas de evaluación!, ¡menos pruebas de evaluación!, ¡religión en la escuela!, ¡laicismo en la escuela!, ¡educación comprensiva!, ¡educación segregada!

Esta semana hemos recibido otro varapalo de la OCDE. El “Programme for the International Assessment of Adult Competences” al medir el nivel de comprensión lectora, de capacidad numérica y de resolución de problemas en adultos, nos ha situado en los últimos puestos  de una lista de 26 países.  Se encuestó a 166.000 personas, de entre 16 a 65 años.  Los resultados han sido malos, pero la demostración más sangrante de la falta de conocimientos de nuestros adultos han sido algunos comentarios periodísticos y oficiales. Se ha intentado atribuir estos resultados a la LOGSE.  Da un poco de vergüenza tener que indicarles que hagan una simple resta. Los datos se recogieron en el 2011-2012, es decir, con una población que nació entre 1946 y 1995, de modo que sólo una parte de esa muestra pudo ser afectada por la LOGSE, que se implantó en 1990. Influyeron muchas otras cosas. Hasta 1970  no se implantó una enseñanza obligatoria hasta los 14 años. Antes, una parte importante de la población sólo recibía educación primaria, y mala. En segundo lugar, el estudio de la OCDE compara los resultados de las personas entre 55-65 años, con las  comprendidas entre 16 y 34, presentando estas una mejora de 37 puntos, una de las mayores de la OCDE, de donde se puede sacar un avance en la calidad educativa.

Por supuesto que tenemos un sistema educativo mediocre, pero los análisis precipitados, los linchamientos, sean de un color o de otro, el estar a la defensiva y no estudiar los temas, la cerrazón para no aprender de los demás, se han convertido en nuestros principales problemas educativos. ¡Todos nos tenemos que poner a aprender! Y para eso necesitamos energía, tenacidad, entusiasmo, y criticar duramente a quien carezca de rigor al hablar de estos temas.

Comentarios

Isidro05:27, 17/10/2013

Fe de erratas del comentario anterior: donde pone “Temen que los padres puedan abusar de su autoridad” debe poner “Temen que los maestros puedan abusar de su autoridad”.

Isidro20:24, 16/10/2013

Creo que hay un par de macrofactores (relacionados entre sí) que explican, en gran medida, el fracaso educativo. La combinación de ambos ha provocado que no hayamos sabido hacer (co)responsable al alumno de sus estudios ni de sus resultado académicos. Y los efectos han sido dramáticos. Antes de hablar de esos dos macrofactores, vuelvo a recordar en estas páginas que son muchos los alumnos que no se responsabilizan de sus deberes. Los mayores, por así decirlo, no se lo enseñamos. Y si el chaval es suspendido, no lo culpamos a él, sino a los maestros, a los padres o al sistema educativo. Las personas no nacemos sabiendo ser responsables. Lo tenemos que aprender. ¿Cómo aprende un niño a ser responsable de sus actos? Haciendo que responda de ellos. Cuando comprende que sus actos tienen consecuencias para él que no puede eludir. Si un chaval de doce años rompe los cristales con el balón por jugar donde no debe, ese chaval debe pagar el cristal con su paga o de alguna otra forma; exactamente igual que nos ocurre a los adultos. Si se le suspende por no estudiar lo suficiente, ha de saber que eso tendrá consecuencias negativas para él.
¿Todo esto por qué?

– Hay una recelo general hacia la autoridad, que se engendró en la ideología posmoderna en los años sesenta y setenta del siglo pasado. Aquí, ese recelo cuajó muy bien al maridarse con el rechazo de muchos al franquismo.
– El niño -el menor- no es responsable de nada. No sólo afecta a la escuela. Lo podemos constatar en la misma ley del menor. Todos conocemos la impunidad de que goza el menor cuando cometen delitos. Y todos sabemos la crispación y alarma social que causa esta circunstancia. Es más que evidente que hiperprotegemos al niño. Nos contaba el otro día una maestra que siempre hay quien nos dice que los alumnos son pequeños. Siempre son pequeños.

Los maestros se han sido señalados como los únicos responsables del fracaso escolar. Pienso que en muchos maestros se ha producido un cierto complejo de culpabilidad, una sobrecarga de responsabilidad y un sentimiento de impotencia e indefensión. Démonos cuenta de que:

1) Los maestros han sido ninguneados sistemáticamente a la hora de hacer las leyes educativas.

2) Carecen de autonomía, de libertad de cátedra.

3) Continuamente se ven obligados por la Administración a rellenar cuestionarios con los que se controla su actividad docente.

Todo esto demuestra claramente una cosa: el sistema (o la Administración) desconfía del docente. Yo diría que la sociedad también. Los padres suelen desconfiar de los maestros. Temen que los padres puedan abusar de su autoridad.
Y si el chaval no obtiene el aprobado, la culpa será el maestro, por no haberlo sabido motivar.
Privado de autoridad (potestad en este caso) y mirado con lupa inquisitorial por la Administración y lo padres, el maestro es, sin embargo, señalado como el único o mayor responsable del fracaso escolar del alumno. Añadamos a este panorama que la Administración ha presionado más y más al maestro para que “mejore” los resultados académicos de sus alumnos. ¿Pero cómo puedo conseguir que mejore el rendimiento de los alumnos si carezco de autoridad y no es admisible que co-responsabilice al chaval de sus resultados?

Nada puede extrañar que el maestro, desautorizado, cargado de responsabilidades, hostigado por todos lados, ninguneado e incomprendido, acabe levantando la mano y colaborando con el enemigo. Es decir, facilitando más y más el aprobado. Si suspender al chaval cabrea a todo el mundo (al alumno, los padres y la Administración) y, encima la culpa y la responsabilidad de ese suspenso recae completamente sobre el maestro, lo mejor es aprobarlo a poco que sepa escribir su nombre en el examen.

Añadiré que, según me parece, no son pocos los maestros que, desde un principio han comulgado con este vasallaje; ye esto explica en parte su sumisión. Han creído que ellos eran los máximos responsables de la marcha del alumno y que a éste no se le debía enseñar a responsabilizarse de su conducta académica.
Insisto: mientras no tengamos todos muy claro que hay que enseñar a los alumnos (a la persona) a responsabilizarse de su conducta escolar y académica, no habrá ley que nos saque de este marasmo.

qwer17:17, 16/10/2013

Quizá deberíamos tomar un poco mas en consideración esta crítica:
http://elcafedeocata.blogspot.com/2013/10/piaac-hablemos-claro-por-favor.html

jose antonio marina13:44, 16/10/2013

Carmen, espero que alguna vez se estudiará las razones por las que no tuvo éxito la LOGSE. Hay algunos errores de diseño, muchos errores de puesta en práctica, el efecto de la resistencia pasiva, la falta de financiación, un declive del interés social por la educación desde el 90 para acá, el cambio de la estructura familiar, el boom económico que en algunas zonas también presionó a la baja, la pérdida de autoridad de la que tanto hemos hablado en este blog, la falta de un discurso coherente en gran parte del profesoras, como menciona tu y también Isidro, en un post anterior. Como dice Miguel, todo el mundo cree saber mucho de educación, y eso es un disparate.

Isidro12:02, 16/10/2013

Obviamente, es un disparate cargarle a la LOGSE culpas que no tiene. Con las que, en mi opinión, tiene, ya va bien servida.
Escolarizar a los chicos hasta los 16 años tuvo una consecuencia lógica y casi inevitable: la puntuación media de la clase bajó. No tiene nada de particular: muchos de los chavales que se vieron obligados a seguir con los estudios, se habrían retirado a los catorce años de no ser por la LOGSE. Una buena parte de esos chavales o bien no valían demasiado para los estudios o bien el sistema no consiguió hacerles trabajar. O el sistema no supo trabajar con ellos. Pero en principio es lógico encontrar un bajón en la media.
Ahora bien, ese porcentaje de alumnos escolarizados no creo que pueda explicar el tremendo fiasco de tener un 33% de fracaso escolar. En realidad, la cifra del fracaso es mayor: si en muchas Juntas de Evaluación no regalaran aprobados y títulos, ese siniestro porcentaje sería bastante mayor. Una cosa es que parte de los chicos agregados por la fuerza (o casi) no alcanzaran el aprobado y otra, muy distinta, que su presencia arrastrara al fango a muchos de los buenos. Y esto ha ocurrido en parte porque no se ha sabido disciplinar al chico en clase para que guardara silencio, siquiera por respeto a sus compañeros. Esto también tiene que ver, evidentemente, con la falta de autoridad de los padres, y al hecho tremendo de que los padres, aunque bienintencionados, malcrían a sus hijos en demasiadas ocasiones.
La LOGSE es una ley con luces y sombras. Por supuesto, tiene cosas buenas. Creo que lo peor fue que quienes más creían en su bondad no la utilizaron para igualar por arriba a los alumnos, sino para igualarlos por abajo. El mayor problema de la LOGSE en mi opinión es que estuvo inspirada en la idea nefasta de que la cultura es clasista, de que la ignorancia es liberadora. La izquierda siempre creyó que el conocimiento sería la mejor arma con que combatir la explotación de fuerte. Al llegar la democracia esta idea cambió. La izquierda empezó a defender la idea contraria.
Irónicamente, los izquierdistas de hoy atacan y denuestan la escuela del franquismo (las clases magistrales, la utilización de la memoria, la autoridad del maestro…), cuando, en realidad, esa escuela, ese tipo de escuela, no fue fundada por Franco, sino en la República. Y, por favor, que nadie me venga con aquello de que con Franco se pegaba a los niños en clase. Mi padre, de noventa y dos años, podría contarnos que en la escuela de la República los maestros pegaban a los niños si lo creían necesario y con total impunidad. En una ocasión uno de aquellos maestros de la República lo dejó GROGI a base de darle golpes en la cabeza. Mi madre puede contar lo mismo de una maestra que tuvo, también en la República. Lo de pegar y usar la violencia contra el niño (o contra quien fuese) no lo inventó la escuela franquista. Y nadie se confunda: yo condeno la dictadura militar. Eso es otra cosa.
En la LOGSE hay excelentes propuestas y medidas, pero también garrafales errores. Algunos de ellos:
– rebajar la exigencia del temario.
– Considerar superfluos o inútiles los contenidos por aquello de que esos contenidos cambian enseguida.
– Empeñarse en que lo importante no es tanto aprender como tener actitud para aprender.
– Dar demasiada importancia al pensamiento divergente o creativo, cuando, en realidad, no puede haber creatividad en el vacío. Sólo quien conoce bien las matemáticas puede ser creativo con ellas.
– Defender una concepción falsa y ridícula del funcionamiento de la memoria y la inteligencia; como si la memoria fuera un almacén estanco y pasivo.
– Poner gran empeño en la motivación del alumno pero no en desarrollar su sentido del deber, responsabilidad y fuerza de voluntad.
– Poner al maestro y al alumno en un plano de igualdad. Ahí tenemos las famosas resoluciones de conflictos, donde la palabra del alumno vale tanto como la del maestro. Es decir, se atenta contra la autoridad del maestro.
– Recusar la excelencia y el mérito de los mejores alumnos.
– Renegar de la necesaria competición entre alumnos (entendiendo que el fin no es competir en sí o ganar (y menos humillar a nadie) sino alcanzar la excelencia).
Etc.

Saludos.

Miguel21:24, 15/10/2013

Totalmente conforme con el artículo.
Se habla con demasiada facilidad de los temas educativos….todos saben más que los propios profesionales : los políticos, tecnócratas, padres…
Incapaces de hacer una LEY común , con fundamento , bases firmes, con visión de futuro..¡¡NO!!…los siguientes desharán lo anterior y la historia educativa española, REPITE.
Gracias por sus artículos y de los de Carmen

Carmen20:21, 15/10/2013

Experimentar los principios de la Logse en mi práctica con alumnado del Primer Ciclo de Primaria, ha sido lo más emocionante y motivador para mí y para mi alumnado; especialmente “entender y atender a la diversidad” mediante una metodología de proyectos y, principalmente, con un enfoque Comunicativo de la Lengua y un razonamiento matemático contextualizado y funcional.
También he experimentado que los que hablan mal de esa ley, incluyendo una mayoría de docentes, les falta discurso y teorías que fundamenten sus prácticas educativas.
Creo que los docentes no rentabilizamos la cantidad de trabajo que hacemos: falta formación metodológica, además de la intuición y el sentido común, que marque el porqué haces lo que haces y no “enseñar por enseñar ni aprender por aprender” con el determinismo del libro de texto.

Gracias por difundir su mirada educativa.

Dejar un Comentario

Puedes escribir un comentario rellenando tu nombre y correo electrónico.


Tu dirección de correo electrónico no será publicada.