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La autoridad de la escuela

Por Jose Antonio Marina

Una parte de la autoridad del docente le viene conferida por ser miembro de una institución que merece respeto: la escuela. Pero en los últimos decenios, casi todas las instituciones han entrado en una grave crisis de confianza; el Estado, las iglesias, la familia, la escuela, los partidos políticos, los sindicatos, la judicatura… Jean-Claude Guillebaud ha señalado que “la modernidad en su conjunto es vivida como una libertad conquistada contra  las instituciones”.  Había buenas razones para hacerlo, porque previamente se habían sacralizado, y era necesaria una seria labor crítica para liberarse precisamente de un exceso de ciego respeto. Hay instituciones que estructuralmente son importantes para la buena marcha de una sociedad: las políticas, las jurídicas, las educativas, las familiares, por ejemplo. Y deben tener autoridad porque su eficacia no puede descansar sólo en el poder coactivo, o en las leyes del mercado, sino en la activa conciencia ciudadana de la importancia de su misión, y en una dinámica ascendente de ejemplaridad y excelencia. Por ser una institución respetable, pertenecer a ella confiere dignidad y la exige.  Si la sociedad valora adecuadamente la escuela, los que pertenecemos a ella tenemos que sentir que ocupamos una posición relevante en la sociedad, y que debemos actuar en consecuencia. Antes de convertirse en una propiedad de todos los seres humanos, la palabra “dignidad” significaba el modo correcto de comportarse cuando se ocupaba un puesto importante. Era un reconocimiento y un deber.  Extenderla a todos los seres humanos supuso afirmar que todos ocupamos un puesto importante por el hecho de ser hombres, y debemos comportarnos de acuerdo con esa dignidad. La dignidad nos impone a todos una búsqueda de la excelencia, para no ser indignos.

Aumentar el respeto hacia la institución educativa es tarea que incumbe a gobernantes, padres, y ciudadanos en general. Y también, por supuesto, a los docentes. ¿Y esto cómo se logra? Por parte de los políticos, mediante el cuidado, la atención, el amor a la escuela. Se consigue luchando porque tenga más medios, por protegerla, por situarla en el centro del progreso social, por crear redes de apoyo a su alrededor. Yo no critico al actual ministro  por haber recortado el presupuesto educativo, porque tal vez no tenía otra opción, sino porque no haya reconocido públicamente la gravedad del hecho. Al contrario, ha minimizado su importancia. Echo en falta gestos como el de la ministra de trabajo italiana, que se echó a llorar al tener que anunciar recortes laborales. Ninguno de los gobiernos que he conocido ha valorado al profesorado. Ha mantenido con él una relación meramente laboral. No se ha preocupado de su formación, de facilitar una posibilidad de carrera docente, no ha valorado a los mejores, se ha instalado en una actitud doblemente peligrosa: despreciativa por un lado, y poco exigente por otro.  Lo correcto es lo contrario: voy a valorarte mucho y voy a exigirte mucho. ¿Por qué en Finlandia un veinte por ciento de los mejores expedientes universitarios van a trabajar en la escuela primaria?¿Por qué en España se ha degradado la carrera de Magisterio? En algunas comunidades autónomas se han establecido leyes que castigan  las agresiones a los profesores, y eso me parece bien, porque subraya la especial posición de los docentes dentro del tejido social, pero hay que hacer muchos gestos más. Hace años, siendo ministra de Educación Esperanza Aguirre, le pedí que hubiera en España un reconocimiento público al Mejor Maestro,  como lo hay, por ejemplo, en Estados Unidos, donde tiene un colosal prestigio. En España hay Premios nacionales de literatura, de teatro, de música, de circo, y de otras actividades más, pero no hay ninguno que premie la creatividad docente. No basta con palabras retóricas que ensalcen la importancia de la escuela, sino que hace falta demostrarla con muchos gestos. En la Universidad se premia la tarea investigadora, y no se valora la práctica docente, con lo cual colaboran a menospreciarla.

Dicho esto, hay que añadir que el prestigio y el respeto hacia la escuela no dependen sólo de la acción del gobierno. Dependen también de los padres, de la sociedad y de los mismos docentes. Pero de esto hablaré la semana próxima.

NOTICIAS

Esta semana he asistido a dos actos  de gran importancia educativa. En el primero de ellos presenté –junto a Martínez de Pisón y Álvarez Junco- una espléndida obra dedicada a la Institución Libre de Enseñanza, dirigida por José García Velasco y Antonio Morales. Es admirable la confianza que aquellos hombres tenían en la educación. Un grupo de catedráticos de Universidad, represaliados por el gobierno, deciden emprender la regeneración de España mediante la educación, y fundan una escuela para alumnos desde cuatro años. Y ellos dan clase. Antonio Machado tuvo a don Francisco Giner de los Ríos de maestro en el parvulario. Es una bella historia.

El segundo acto fue en la Facultad de Pedagogía de la UNED. Era la presentación de un estudio publicado por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) sobre la formación en matemáticas de los maestros. Cuatro grupos de investigadores españoles han analizado los datos proporcionados por el TED-M, un estudio internacional sobre este tema. El INEE nos encargó que hiciéramos una evaluación de este trabajoa Carmen Pellicer y a mí. Por eso, el CEIDE tuvo protagonismo en ese acto. En el trabajo también colaboró María Dolores Delgado. Las conclusiones son muy negativas para los planes de estudios de Magisterio. Por ejemplo, en los programas se da mucha importancia al Practicum (supone hasta el 20% de toda la carga lectiva), pero de hecho no se le da importancia. Los investigadores extranjeros debieron de quedarse muy sorprendidos al comprobar que nadie suspende el Practicum en España.

Comentarios

José Joaquín19:59, 17/10/2013

( Aunque es muy probable que esto ya no lo lea casi nadie, no quiero desviar la línea de las últimas entradas)
Os dejo este elace:
http://www.diariodeibiza.es/pitiuses-balears/2013/10/13/educar-respeto-confianza-experiencia/650546.html
Hago algunas observaciones:
Me parece que cuando hablan de autoridad se refieren más bien a lo que ha quedado definido como potestad (Ay, cómo nos enredamos con las palabras y cómo sigue siendo necesario limpiar y fijar)
Extraigo un par de frases para señalar cómo de alguna manera siguen pensando que los educadores deben mantener su “función”:
“En esta relación el adulto es el encargado «de marcar los límites…”
“…eso no quiere decir que el adulto no deba estar muy posicionado en su lugar».

Conclusión: de un lado veo “hay que recuperar la autoridad…pero eso no quiere decir…”
Del otro lado veo “hay que abandonar la autoridad…pero eso no quiere decir…”
Creo que en los “pero” tendemos a encontrarnos.

José Joaquín01:33, 16/10/2013

Perdonad que insista:
Se debe pedir respeto a la función del profesor y a la función de ciudadano soberano que progresivamente debe asumir el alumno. (y en la medida de este progreso, claro)

Me parece que se ha perdido en parte la autoridad de arriba a abajo, pero no se ha construido suficientemente todavía la autoridad de abajo a arriba. ¿Ayudamos ha cerrar el círculo?

José Joaquín01:24, 16/10/2013

Creo estar bastante de acuerdo con José Carlos Aranda, pero me gustaría subrayar y precisar algunas cosas:
Me parece que la idea de “respeto a la función” aclara el sentido de autoridad que necesitamos: En un engranaje, la rueda subordinada a otra no puede poner en cuestión constantemente el giro que ésta “ordena” si es que se quiere que el sistema funcione. Tampoco los órganos superiores encargados de organizar el sistema pueden permitir la desconexión o la “desobediencia” de una rueda a la otra.
Acepto ahora (después de haber dicho que no en otro sitio) que hay un “igualitarismo” peligroso por el que en virtud de la igual dignidad de cada persona se transgrede la necesaria subordinación de funciones.
No podemos admitir que esto ocurra a la vez que no debemos olvidar que el sistema “debe” funcionar para beneficio de ambas ruedas por igual.
Y advierto también que puede haber un “elitismo” peligroso en virtud del cual algunos pretenden que puesto que desempeñan jerárquicamente una más alta función también valen más o pueden ejercer su función obviando el valor de aquellas personas que cumplen una función subordinada.

Pero todavía hay más. La cuestión es que todo hombre es a la vez subordinado y soberano. Volviendo al engranaje anterior, la rueda que ordena y la subordinada participan ahora en igualdad en el gobierno del sistema. No podemos votar cada decisión, pero podemos ejercer nuestra soberanía participando en la toma de decisiones mediante mecanismos ajenos al engranaje y que gobiernan al propio engranaje. Yo cumplo una función subordinada a la del director de mi centro. No puedo discutirle cada vez ni podemos votar todos cada decisión que se tome, pero en virtud de mi participación en el claustro y la de mis representantes en el consejo escolar es ahora el director quien cumple una función subordinada y será él quien ordene mi trabajo pero de acuerdo a las directrices en cuya determinación yo mismo, soberanamente, he colaborado (…Bueno, muy poco y parece que poco a poco estos organismos se van vaciando de competencias, es verdad… Pero aun así participo en los gobiernos de mi Comunidad y de España que son quienes marcarán ahora sí las directrices a las que habrá de ceñirse mi director…. Es verdad también que mediante votación cuatrienal al partido cuyo programa me parezca el adecuado… y aunque luego no tenga el compromiso de aplicarlo… En fin, poca democracia… habrá que recuperar también la autoridad del ciudadano soberano.)

Bajando a tierra: No se puede votar cada cosa que se hace en clase, los alumnos (y los padres, y los inspectores…) deben respetar la función del profesor. Tampoco los profesores tenemos muchas vías de participación democrática cuando somos nosotros los subordinados. Pero podemos empezar a construir en el aula el “respeto a la función” y la participación democrática aplicando por ejemplo los consejos de José Antonio Marina que recoge José Carlos Aranda en su Página Web:
“Después añadió que las normas deben discutirse. Si los alumnos participan en la elaboración de las normas del centro se sienten más comprometidos y es más probable que las acaten. Nos recomendó que dedicáramos las primeras clases a discutir las normas de comportamiento. Los niños y adolescentes no encuentran soluciones hasta después de darle muchas vueltas a un asunto. Dejemos pues que les den las vueltas que necesitan.”

Los docentes no podemos esperar a que cambie la cultura para cambiar la educación. ¿No es acaso la educación el principal motor de cambio cultural?

Creo que es cierto que se ha extendido un peligroso concepto de “igualitarismo”, como también un peligroso concepto de “democracia”. Coincido en que somos iguales como personas, pero la “función” comporta el ejercicio de una responsabilidad que parte del necesario respeto a esa función. También yo quise mucho a “algunos de mis profesores”, pero cuando me decían “Cambiate de sitio” o “Sal de clase” no se me hubiera ocurrido responderle “Sí, porque tú lo digas”. Hoy sí te encuentras con esas respuestas y con actitudes desafiantes en las que late esa confusión. Respecto a la confusión con el concepto de “democracia”, me refiero al pensamiento de que aquí se hace lo que la mayoría decide “en el aula”, expresión ante la que debemos volver a algo tan simple como el sentido de la autoridad: el responsable es el profesor, y es el profesor quien decide. Elegimos un gobierno, pero las leyes del gobierno se aplican por vía impositiva.
Coincido en que la autoridad personal emanada del buen ejercicio de la profesión debe venir hermanada y respaldada por una autoridad institucional que ha desaparecido.
Un ejemplo: un chico de 1º de la ESO amenaza en el patio con una navaja a un compañero para robarle. La sanción aplicada es la que corresponde a una falta muy grave: la expulsión. Los padres se rebelan y rompen en las narices del Jefe de Estudios la amonestación correspondiente. La inspección ordena al centro el cese inmediato de expulsiones, pero se niega a dar la orden por escrito (real). Una actuación así por parte de quienes debieran respaldar lo evidente, anula toda posibilidad de “educación” entre quienes acuden a los centros escolares con graves problemas de conducta. Hay problemas que la Escuela no está preparada para resolver porque tiene buenos maestros o docentes, pero no suficientes psicólogos o trabajadores sociales que actúen sobre el problema desde la raíz. Es un problema al que hay que dar solución, pero la solución ha de ser seria si queremos que realmente sea eficaz. Mirar para otro lado no me parece que resuelva nada y sí perjudica enormemente la posibilidad de avanzar.
Entiendo que no puede haber educación sin unas líneas meridianamente claras en lo que son pautas de comportamiento social y algo tan sencillo como el “respeto” debido a cualquier persona y a su trabajo. Imaginemos al policía que atrapa a un ladrón, lo lleva ante el juez quien minimiza el hecho y lo deja en libertad, y, además, amonesta y amenaza al policía por su dureza en el procedimiento del arresto. En esas condiciones, ¿podría mantener su autoridad real y moral el policía para continuar haciendo su trabajo? Imaginemos que un juez sentencia a 20 años de cárcel a un delincuente, pero el Ministerio del Interior lo indulta y, además, amonesta al juez porque las leyes no están para aplicarlas sino para interpretarlas.
Creo que es esto lo que nos está ocurriendo en el ámbito educativo.
Por eso, coincido plenamente en que hemos de tener la valentía de llevar el debate a la sociedad valiéndonos de todos los medios a nuestro alcance.

MARIA ENRIQUEZ10:21, 07/10/2013

He leído en el interesante blog de jose carlos aranda un comentario sobre este asunto.

os adjunto el link
LA RECUPERACIÓN DE LA AUTORIDAD, José Antonio Marina, Acto de Presentación celebrado en Madrid (Mayo, 2009).tación del libro “La recuperación de la autoridad” de José Antonio Marina

Luzfugaz13:23, 05/10/2013

Creo que la función docente empezó a decaer en España a raiz de eliminar los cuerpos nacionales distribuyendolos dentro de los cuerpos autonómicos, realizar oposiciones restringidas a interinos y dejar que los sindicatos y políticos manejaran sectariamente el funcionamiento de las instituciones educativas.

Mariola11:15, 30/09/2013

De hecho, hace ya batantes años, Sarkozy pedía en un discurso que fue bastante polémico, que soñaba con que los alumnos se pusieran de pie cuando entrase el profesor…
Lo he buscado y decía: “La República en la que creo quiere una escuela de autoridad y respeto, donde el alumno se levanta cuando entra el profesor, donde las chicas no llevan velo y donde los chicos no llevan gorra en clase”.

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/191568/0/sarkozy/autoridad/escuela/#xtor=AD-15&xts=467263

Mariola11:05, 30/09/2013

Sobre lo que comentaba María Enríquez, no sé si será la forma adecuada, pero cada vez más comunidades lo están haciendo. La última creo que ha sido Asturias, que se suma a la Comunidad de Madrid, Castilla-La Mancha, Galicia, Valencia, La Rioja… Una de las formas de hacerlo es mediante la presunción de verdad del profesor.

MARIA ENRIQUEZ10:23, 30/09/2013

“La ley educativa reconocerá al profesor y al director como “autoridad pública” (El Mundo, jueves 26 de septiembre), MI pregunta, ¿es está la forma de fomentar la autoridad en el profesor?

José Mª Sequeiros Madueño19:21, 27/09/2013

Podríamos preguntarnos ¿cuando ,donde y en qué momento de la vida se debe enseñar y aprender lo qué es la autoridad , por qué y para qué es necesaria ?
La gran mayoría de los estudiantes se pasan la vida estudiando sin estudiar.Son pocos los que verdaderamente tienen vocaciones irresistibles, los demás van simplemente salvando escollos que les permita finalmente ontener un Diploma o un Titulo que les acredite haber dedicado una parte de su vida a recibir mensajes y algunas inquietudes que enciendan alguna mecha de las que se encuentran en nuestro intelecto ,pero pocas veces lo que representa en la realidad la autoridad a no ser que estudien en las Academias Militares.

MARIA ENRIQUEZ13:28, 27/09/2013

“La ley educativa reconocerá al profesor y al director como “autoridad pública” (El Mundo, jueves 26 de septiembre), MI pregunta, ¿es está la forma de fomentar la autoridad en el profesor?

jose antonio marina11:57, 26/09/2013

Respuesta a Ana Romeo: pues querida Ana, ese e el camino. Un cambio de cultura es una cosa muy pesada, que exige tenacidad, compromiso, y alcanzar un nivel crítico de participación. Las noticias de la escuela suelen estar sesgadas, porque las malas noticias son mas “interesantes” que las buenas. Pondré un ejemplo. En los estudios PISA se evalúan la comprensión lectora, los conocimientos científicos y la equidad del sistema educativo. Suelen comentarse los mediocres resultados españoles en los os primeros, pero no los buenos resultados en el tercero. Vamos, pues, a hacer un buen marketing educativo. Cada uno donde pueda.

José Joaquín01:12, 26/09/2013

“¿No os parece que se ha aceptado un igualitarismo peligroso?”

No, no me lo parece. Es sólo una opinión, sólo dispongo de mi reducido campo de observación, pero no me lo parece.
Me parece, para empezar, que ese igualitarismo básico en derechos y oportunidades no acaba de completarse.
En cuanto al otro igualitarismo, lo que observo a mi alrededor es que a nadie le da igual una persona honrada que un sinvergüenza (puede que prefiramos al sinvergüenza si consideramos que nos saca las castañas del fuego). Los profesores no tratamos igual al alumno respetuoso que al irrespetuoso, los padres buscamos lo mejor para nuestros hijos: la mejor guardería, el mejor pediatra…El presidente se reúne con los más altos empresarios y todos aplaudimos. Nos compramos el libro del último premio Nobel. Seleccionamos el mejor currículum o intentamos que el nuestro parezca el mejor según a qué lado de la mesa estemos. No, yo no veo igualitarismo por ningún lado, veo más bien desconfianza. No reconozco la autoridad del profesor porque no me fío de él, de su criterio, de su preparación, ni como alumno, ni como padre… ni como ministro.

Tal vez haya un cierto pasmo y se dé una cierta inacción en muchos casos en los que los educadores no saben qué hacer para controlar una situación y además no quieren o no saben o no se atreven a adoptar medidas coactivas. Pero no por igualitarismo si no por falta de recursos de una u otra índole.
En mi opinión se han abandonado las coacciones pero no todos nos hemos dotado suficientemente de otros recursos que las sustituyan.
Recuerdo, siendo yo estudiante, cómo consideraba a mis profesores como iguales* y cómo, precisamente por eso, comprendía sus limitaciones y los respetaba.

José Joaquín
*Profesores y alumnos son igualmente personas pero con funciones distintas, claro estaba antes y claro está ahora.

Ana Romeo00:51, 26/09/2013

CHIC 2013-09-16
El joven Felipe Juan Froilán sigue dando disgustos a sus padres. El hijo de la infanta Elena y Jaime de Marichalar ha vuelto a suspender 2º de la ESO y, al no poder repetir otra vez el mismo curso, pasará al siguiente pero en el grupo de Diversificación, una clase de contenidos mínimos. Tal y como publica la revista Sálvame, la Familia Real se encuentra preocupada ante el escaso rendimiento escolar de Froilán.
Admirado Jose Antonio y compañeros, ocupados y preocupados por la misión educativa en la Escuela: Leyendo esta noticia en la red y releyendo en su artículo la cita de Jean-Claude Guillebaud “la modernidad en su conjunto es vivida como una libertad conquistada contra las instituciones” he querido ocupar libremente mi tiempo en compartir algunas reflexiones.
Si cierto es que la educación es tarea de todos los miembros de una Sociedad y no menos cierto, que un porcentaje elevadísimo de esos miembros publicitan con orgulloso su ausencia de fidelización hacia ideas, valores, personas, grupos, organizaciones o instituciones necesarias y valiosas para la vida en Comunidad ¿qué ejercicio de libertad conquistada se les puede suponer? En mi humilde opinión…NINGUNA ¿Y qué podíamos esperar si las personas que nos han representado y nos representan en el gobierno no han mostrado fidelización alguna hacia las ideas, valores, personas, colectivos y escuelas con experiencias educativas de éxito que se llevan o se han llevado a cabo en nuestras Escuelas? Hace unos días se habló y desprestigió a los Programas de Diversificación Curricular en la ESO aprovechando que un adolescente de la Casa Real se convertía en alumno de uno de ellos. No he conseguido encontrar ni una sola noticia o artículo que saliese en defensa de la Diversificación y diese datos sobre los resultados tan positivos que se obtienen al cursarlos, tanto a nivel académico, como personal y social. Si en el ámbito empresarial la Diversificación es valorada altamente como estrategia ¿cómo es posible que dejemos que en el ámbito educativo se desprestigie públicamente a los alumnos, familias, profesores y escuelas que apuestan por esta medida sin dedicar unos minutos para salir en su defensa?
Apoyo el magnífico final de su artículo y la observación de José Joaquín. Podemos y debemos continuar emprendiendo acciones para cambiar la cultura de aprecio hacia la Escuela y los miembros que pertenecen a ella. Artículo a artículo, comentario a comentario, práctica a práctica, acción a acción, porque desde nuestra propia punta podemos mantener este movimiento de dignificar nuestra labor y con ella la Institución a la que pertenecemos. Denunciemos los errores que se comenten, eso sí, sin gastar más energías de las necesarias porque nos pueden acomodar en la queja sin producir cambio alguno en nosotros y nuestro entorno. Es momento de aprovechar nuestras energías en exprimir las escasas oportunidades de formación que se nos ofrecen al 100%, en exigir planes de mejora e innovación en nuestros centros educativos, en contagiar el entusiasmo por reconquistar nuestra libertad de fidelizarnos con ideas, valores, personas, colectivos y escuelas con experiencias educativas de éxito. Y por qué no, ejerzamos esa libertad haciéndonos presentes en los medios de comunicación o al menos apoyando a aquellos que lo hacen día a día con comportamientos dignos de un docente comprometido con la mejora educativa. Y ahora me voy a mi punta, porque gracias a su artículo y los comentarios de Mariola, Jorge, Mª Teresa y Jose Joaquín voy a ejercer mi libertad enviando un comentario a la revista que publicó la noticia sobre Felipe Juan Froilán y contribuir a este cambio de cultura… que por fin está en marcha.

jose antonio marina14:14, 25/09/2013

Respuesta a Maria Teresa: No, no debemos abandonarla. Hay dos tipos de autoridad: una que depende de la transcendencia y respetabilidad de la institución. Otra que deriva de la excelencia personal. Las dos se refuerzan mutuamente.

jose antonio marina14:13, 25/09/2013

Respuesta a Martínez Hurtado: en efecto, una de las cosas que puede hacer la sociedad para conferir autoridad es implantar una “cultura del mérito”. ¿No os parece que se ha aceptado un igualitarismo peligroso? Por supuesto que todos somos iguales en derechos y deberíamos serlo en oportunidades. Pero, a partir de ahí, unas personas se esfuerzan mas y otros menos. No es lo mismo una persona honrada que un sinvergüenza. Y,volviendo a nuestro terreno, no es lo mismo un buen profesor que un mal profesor.

Cristina12:24, 24/09/2013

¿Qué opinan l@s alumn@s de Primaria y ESO de sus profesor@s? ¿Y l@s profesor@s de l@s alumn@s? ¿Qué relaciones se establecen entre ellos y por qué?

María Teresa12:02, 24/09/2013

¿Debemos abandonar la idea de que la autoridad es algo que se recibe, que forma parte del cargo, del puesto o la posición que ocupo, y optar por un tipo de autoridad que debemos alcanzar por méritos propios? ¿Debe ser todo trabajo nuestro, o necesitamos que se apoye en un reconocimiento social?

Jorge Martinez de Hurtado10:36, 24/09/2013

Autoridad y respeto, emanan en gran medida del mérito (capacidad de trabajo y logros académicos), junto con capacidad de trasmitir y compartir el conocimiento. El poder, sano, viene como añadidura, sin imposiciones. Percibo desde hace años que no se valora el mérito en España. No se respetan las jerarquias secundarias al mérito, todos somos iguales en las organizaciones, independientemente del esfuerzo realizado en el pasado; todos somos “compañeros” en las organizaciones. No es así, no es así. Cada uno de nosotros ha elegido un camino y unos objetivos y, con su capacidad, ha logrado unos méritos, del que emanan su autoridad intelectual, técnica y/o docente, por ende, jerarquica. La pena es que ha habido un momento en que se hizo tabla rasa, como consecuencia probablemente de los abusos de poder en el pasado, de los que no eran autoridades intelectuales en la materia respectiva, junto con jerarquias que no obedecieron a razones de autoridad sino más subjetivas.

jose antonio marina10:06, 24/09/2013

Estoy de acuerdo contigo en la solución. Repito mucho la frase que Max Aub quería que pusieran en su tumbar: “Hice lo que pude”. Creo que todos podemos hacer más de lo que creemos.
Me parece importante el tema de la “excelencia”. Es el tema griego del “aristos”, de lo mejor. Cuando terminemos con la autoridad podemos hablar de este asunto.

José Joaquín01:31, 24/09/2013

Para producir un cambio en la cultura no se me ocurre otra cosas que empezar por la punta… Cada uno por la suya. Está en mi mano demandar a los medios de comunicación una mejor atención, a los padres una mayor implicación, a los políticos respeto y cuidado, pero me parece ineludible como profesor mostrar con mi trabajo y mi actitud que lo que hago me parece importante.

Otro asunto:
Estimado José Antonio Marina, considerándose un investigador privado y atreviéndome a considerarle un poco “mi” investigador privado, le dejó el encargo/sugerencia de aclarar el sentido de la palabra “excelencia” que tanto se usa últimamente y que usted mismo emplea más de una vez en su entrada. No alcanzo a entender lo que en general se quiere decir con ella y tengo la impresión de que no todo el mundo la utiliza con igual sentido y que se aprovecha esta palabra de moda para vestir discursos distintos.
Parece antónima de “mediocridad” expresión que también merecería una limpieza.

jose antonio marina19:20, 23/09/2013

Mariola, tienes razón al decir que la confianza va en cascada, y que los problemas que han surgido por un cambio cultural sólo pueden cambiarse por otro cambio cultural. Por eso es tan importante ampliar el radio de acción de la escuela. Tenemos que salir de sus paredes e intentar tener presencia en la educación informal. Mi interés por estar en los medios de comunicación no se debe a que a mi edad me haya convertido en un pavo real educativo, sino porque tenemos que relacionarnos con la sociedad.

Mariola14:01, 23/09/2013

en Finlandia, la autoridad de los profesores está asociada con el tremendo prestigio de la profesión. La sociedad valora enormemente la labor docente, y la educación en general. Y esta autoridad va de la mano con la confianza: confianza del gobierno en los municipios y en los centros escolares, de los profesores en sus alumnos, de las familias en los profesores…
Parece una cuestión cultural… ¿cómo podríamos producir un cambio en nuestra cultura?

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